El carácter siempre fue un componente clave en la carrera de “Deki”. “Chico, no tienes posibilidades con nosotros, puedes probar con otros equipos”, le dijeron tras hacer las pruebas en un pequeño equipo siendo aún muy joven. Otro se hubiese rendido, sin embargo pocos años más tarde, cuando solo contaba con 18, Dejan Stankovic era titular y capitán del Estrella Roja, el club más importante de su país. Después se unió al Lazio, donde estuvo a punto de ganar un Scudetto nada más llegar, poco más tarde lo ganaría siendo protagonista.
Era un jugador polivalente, que podía jugar en cualquier puesto del centro del campo, tanto en el centro como en el exterior cuando su equipo formaba el centro del campo en forma de rombo. Siempre garantizaba las especialidades de la casa: llegada, garra, goles y asistencias. Debutó con Zaccheron, fue fundamental con Mancini e indispensable con José Mourinho, siendo uno de las claves del éxito de su Inter invencible. Según algunos periódicos, Mou lo quería dejar fuera del equipo en cuanto llegó, sin embargo se convirtió en uno de los estandartes de su escuadra.
San Siro lo idolatró desde el primer momento, por sus dotes técnicas y su manera de vivir los partidos con tanta intensidad como los aficionados. Deki era perfecto para el Inter, no se escondía, ni ponía excusas, ni en la victoria ni en la derrota. Metió algunos goles importantes para el equipo, especialmente en los derbis y en partidos claves de Champions League. Fue también especialista en goles de bella factura: contra el Genova en liga, aprovechó un error de Amelia para marcar con una volea a 60 metros de la portería. “Pura suerte”, aseguraban algunos, a los que silenció marcando un tanto prácticamente indéntico en cuartos de final de la Champions League, con Manuel Neuer en la portería, ante la incredulidad general.
Dejó San Siro casi una década después de haber vestido por primera vez la camiseta del Inter. Una camiseta que ya siempre será para él como una segunda piel.