El Atalanta intentó ficharlo siendo aún muy joven, pero no lo consiguió. El gigante de Treviglio había dado su palabra a los nerazzurri y durante más de medio siglo fue capitán, dirigente, presidente y monumento a la rectitud.
Era delantero en la Trevigliese, pero Helenio Herrera lo convirtió en lateral, y el tiempo le dió la razón. Técnicamente era muy bueno e inventó el rol de lateral ofensivo. En una época en la que los laterales no solían pasar del centro del campo, él marcó 75 goles, cifras de delantero. Tenía un físico prodigioso y una gran capacidad de sacrificio, además de una calidad técnica de primer órden, refinada en el campo del Treviglio. Sus cualidades le permitían llegar antes que nadie al balón, saber que hacer con él y si era necesario intentar la acción de gol. Creció junto al Inter y se convirtió en parte insustituible de él.
Su gol al Liverpool en mayo de 1965, control y disparo potente con la derecha desde el borde del área tras sumarse perfectamente al ataque, es el mejor resumen del juego del Inter de Herrera. Capaz de realizar contras letales con jugares talentosos en ataque y de crear espacios para que los ocupasen jugadores como Facchetti.
Era el 3º de 11 en la alineación que todos los aficionados sabían recitar, la que comenzaba con Sarti y acababa con Corso. Giacinto Magno, lo llamaba Gianni Brera, que estaba futbolísticamente enamorado del número 3 nerazzurro. Número que nadie más usará con la camiseta del Inter. Por su parte, Herrera lo apodó Cipelletti y juntos llevaron al Inter a lo más alto de Italia, de Europa y del mundo.
No solo el gol, sus presencias, sus trofeos y la seriedad de sus actuaciones lo elevaron a la categoría de leyenda del deporte. Giacinto Facchetti está un poco dentro de todos nosotros y esa es la parte mejor.