Era invencible entre los palos y tenía un gran carisma fuera de la portería. Nunca temía a ningún rival. Se formó en el Bolonia, se hizo grande en la Sampdoria ganando el título de liga con el equipo de Mancini y Vialli. Jugó contra el Inter y paró un penalti del alemán Matthäus en mayo de 1991. Las mismas actuaciones mágicas las repitió con el Inter. Llegó al Inter tras el mundial en EE.UU, un campeonato lleno de emociones. En el segundo partido frente a Noruega fue expulsado. Después podría haber sido el héroe en la final, tras parar el primer penalti de Brasil, pero no fue suficiente para alzar la copa. Perdió por poco la Copa de la UEFA con el Inter, antes de ganarla el año en el que el Inter luchaba por el título de liga con la Juventus. Finalmente lo lo logró, debido a una serie sin precedentes de errores arbitrales. En aquel equipo el portero del Bolonia era un claro líder. Siempre listo para hacerse notar entre sus compañeros, rivales y cualquier árbitro. En estos años el Milan era un fuerte rival, pero nunca conseguían ganar al Inter.
Con ‘Pagliucone’ en la portería, los nerazzurri tenían un récord de seis victorias, cuatro empates y cero derrotas. San Siro era un estadio histórico con un público exigente pero honesto, que podía reconocer quién estaba dándolo todo por la camiseta de Inter. Hoy todavía Pagliuca es recibido con aplausos cada vez que viene. Se marchó en 1999, cuando Marcelo Lippi optó por ocupar la portería con Angelo Peruzzi, con algunos diciendo que no había olvidado las polémicas escenas tras el partido del 26 de abril de 1998. Era agua pasada, el tiempo cura todas las heridas (o casi todas).
Pagliuca definitivamente forma parte de la historia del Inter y no solo por levantar la tercera Copa de la UEFA del equipo como capitán.